jueves, 15 de octubre de 2009

El regreso. Parte 1: estupideces aeroportuarias

¡Hola a todos!

Son las 6:32 hora española y llegamos hace 5 horas de Tokyo tras un laaaaaaargo viaje. Por si hay dudas, no escribo a estas horas por el jetlag, ya sabéis que soy así. Aprovecho ahora que hemos terminado de ver Lost In Translation (nostalgia nipona XD) para escribir un poco.

Mañana a ver si puedo empezar a poner un poco de orden y hacer una especie de crónica del viaje, pero antes quería hacer unos apuntes sobre la estupidez humana y la paranoia en los aeropuertos.

Primera Parte, ningún mechero en la maleta.
Al hacer el check-in en el aeropuerto de Narita, la azafata nos dijo que no debía haber mecheros en el equipaje que facturábamos. Nosotros todo convencidos le dijimos que no había ninguno (los llevaba yo todos en el bolsillo). Curiosamente al llegar a casa he descubierto que había nueve mecheros en uno de los bolsillos de la maleta XD

Resulta que a la ida vi un cartelito en el que decían que no se podía llevar más que un solo mechero en el equipaje de mano (otra estupidez más como lo de los recipientes con líquidos), así que los metí casi todos en la maleta y ahí se quedaron durante los 10 días.

Aun así, la historia de los mecheros aún tiene algo más que decir.

Los que me conocéis sabéis que siempre llevo los bolsillos llenos de todo tipo de trastos, y de mecheros siempre llevo como diez o más, así que no es de extrañar que pese a haber guardado nueve mecheros en la maleta, aún me quedaran cinco o seis en los bolsillos.

¿Me dijeron algo al pasar el control de seguridad? Ni pio.

Regreso a España desde Narita. Vamos a uno de los chorrocientos controles que hay que pasar (que si pasaporte, que si billete, que si tal y cual) que son la razón por la que odie viajar en avión, ya que casi siempre pito (en realidad volar me encanta).

El caso es que como siempre me tiro un montón de rato vaciando los bolsillos en el abrigo en un intento desesperado de no pitar, más luego sacar el portátil de la mochila "porque tiene que estar a la vista", más el cinturón más bla bla bla, pues Irene pasó primero mientras yo luchaba con mis bártulos.

Milagrosamente, no pité (ya hasta me sorprendo y miro a ver si alguien me dice que me quede quieto para cachearme) y cuando llego al final me encuentro a Irene hablando con uno de los policías nipones, muy tímido él, hablando de mecheros. Resulta que Irene llevaba cinco mecheros dispersos por los bolsillos (terroristaaaa).

Así que me encuentro la imagen de un policía japonés con cinco mecheros en la mano. "Sólo puede quedar uno" que diría Conner MacLeod, del clan MacLeod.

Así que el policía se quedó con cuatro mecheros e Irene con uno y continuamos ruta.

Y ahora viene la pregunta clave: ¿me dijo alguien algo a mi? No. ¿Cuántos mecheros llevaba encima en mi abrigo que también había pasado por ese detector super-chachi-de-la-muerte? Otros nueve.

Benditos controles aleatorios. ¿Será que Irene ahora tiene más cara de terrorista que yo?

En fin, gilipolleces de los protocolos.

Y ahora vamos con la segunda parte de la estupidez humana, esta vez protagonizada por los italianos.

Segunda parte, si bebes no vueles.

Aeropuerto de Fumichino (o como diantes se escriba). Llegamos a las 18:40 a Roma y teníamos hora y media para entretenernos, así que lo primero que hicimos después de pasar oooootro control de seguridad y comer algo fue buscar el punto de fumador más cercano.

Es importante señalar que en Japón compramos varias botellas de refrescos y agua, que llevábamos con nosotros en una bolsa de plástico cuando pasamos el primer control.

También es importante señalar que podía haber pasado con un arsenal y no habrían dicho nada, porque estaban a su puñetera bola tocándose los huevos (literalmente, Irene me dijo que una policía le había plantado la mano en sus partes a un compañero). Casi hasta ofende que te molestes en dejarlo todo colocado y luego pasen de ti hasta para decir hola.

Total, que nos fuimos a comer, compramos una botella de nestea y otra de coca-cola y luego fuimos al punto de fumador, que después de 12 horas de vuelo pues como que apetecía.

Quiso la mala fortuna que para ir al punto de fumador tuviéramos que subir a la zona de salidas, con lo que nos liamos un poco para volver a la terminal B, desde donde salía el avión para Madrid. Total, que al final acabamos en el mismo control de antes.

Debe ser que les había dado apuro hacer el vago, porque esta vez miraban un poco más. A Irene le pidieron el billete (a mi no) y a mi me preguntaron por la bolsa de plástico. Dentro estaba la botella de nestea y de coca-cola, medio vacías las dos, y compradas *dentro* de la terminal, no fuera, que se supone que ahí sí se puede.

Pues nada, el colega cogió las dos botellas y dijo que eso no pasaba. Pues que le den, señor oficial, métaselas donde le quepa.

Lo cachondo es que veníamos por la zona de "tránsitos" (que recuerda a un anuncio de All-bran, sinceramente) con lo que no veníamos de la calle y lo que llevábamos, en teoría, tenía que haber pasado los controles en origen.

Así que nada, ahí se quedan las botellas medio vacías y seguimos camino. De los cientos de mecheros nadie dijo nada. Y lo que es más curioso, de la botella de aquarius de limon entera, sin abrir, que llevaba en la misma bolsa de plástico pero en el fondo, tapada por una caja de cartón de bizcocho, nadie me dijo nada. ¡Anda y que os den pomada!

Sinceramente, dudaba bastante que ciertas restricciones en los aeropuertos supusieran una mejora de la seguridad, y visto cómo las aplican (según le da a cada uno y según el momento) pues me mantengo en mi idea.

Y con eso que nos fuimos a esperar el avión.

Eso sí, cosa curiosa, en el avión de vuelta a Madrid, dos billetes comprados a la vez que venían con otros dos billetes desde Tokyo acabaron siendo dos billetes que estaban a tomar viento el uno del otro. A mí me tocó ventanilla en la fila 12 (asiento A) y a Irene ventanilla opuesta en la filla 11 (asiento F). Anda que...

El caso es que ya estamos en la capital y comienza la cuenta atrás para la vuelta a la rutina.

Dentro de poco, crónica de un viaje por tierras niponas, o de cómo nos dejamos los pies caminando por el imperio del sol naciente.

Hasta luegooooo.

3 comentarios:

  1. Postdata: y que sepáis que creo que 24 pares de palillos (para comer) pueden ser mucho más peligrosos que un cuchillo romo de comer, y es precisamente lo que llevaba en la mochila XD

    ResponderEliminar
  2. Como dice nuestro queridisimo cantautor español con voz ronca, Bienve ni dos¡¡¡¡

    Lo importante es que estais aqui y no os encerraron por terroristas o contrabandistas de mecheros xDDD.

    Un fuerte abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Y eso son sólo las anécdotas de los aeropuerto al volver... no se si blogger va a tener suficiente capacidad para sostener vuestras crónicas niponas :P

    En todo caso, ¡bienvenidos!

    Hay que quedar in person.

    ResponderEliminar